Jael
Jael salió al encuentro de Sisara, y le dijo: “¡Adelante, mi señor! Entre usted por aquí. No tenga miedo. Sisara entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta”. Jueces 4:18.
Las dos caras de la misma moneda. Si, por un lado Jael nos enseña que cualquier ser humano puede ser un héroe espiritual; también puede ser un ejemplo de cómo funciona la tentación.
Comencemos por el lado positivo. Había diez mil hombres buscando a Sisara para matarlo. Todo el ejército que este enemigo del pueblo de Dios dirigía, dice la Biblia, había caído a filo de espada. El único que quedaba era Sisara que, escapando por su vida, huye hacia un sector amigo en el territorio.
Jael lo invita a pasar. Lo abriga. Le da leche. Le promete que lo defenderá y lo cuidará. Cuando está durmiendo, le clava una estaca en la sien y se lo entrega a Barac.
Pocas personas estaban menos capacitadas que Jael para realizar tamaño acto de valentía. No era soldado. No tenía armas de guerra. No era la persona indicada ni tenía los elementos indicados. Pero, por su acción, Israel logró la victoria. Si Dios te llama, no tienes excusas. Él llama y te capacita.
Por el otro lado, Jael puede ser estudiada como símbolo de la tentación. Te invita a pasar a su territorio y -obviamente- no te dice cuáles son sus intenciones finales. Por tu desesperación, aceptas la invitación y entras en el espacio que -sin saberlo- será tu tumba.
Imagino que Sisara, como tú y yo, cuando entró, dio una mirada estratégica al lugar y a la situación. Evaluó racionalmente que era un lugar seguro.
La verdadera cuestión es que Sisara bajó sus guardias y durmió, profundamente confiando en quien no debía. Jael, como lo hace el enemigo, actuó como realmente quería actuar desde el inicio. Todo lo lindo que te dio y lo bien que te hizo sentir en “su territorio”, fue apenas para poder destruirte sin que le opongas resistencia.
“Tomó una estaca de la carpa y un martillo, y con todo sigilo se acercó…” (Juec. 4:21). Recuerda: con todo sigilo. Solo el poder de Dios te puede proteger en este día. No salgas sin pedir su protección.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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