Balaam
Él les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. Números 22:8 (RVR).
Sé que no puedo, pero quiero. Y como quiero, hago cualquier cosa para hacerlo, por más que no pueda. Parece un juego de palabras, pero en realidad es nuestro razonamiento cotidiano frente a situaciones en las que queremos algo que, lo sabemos, no podemos hacer.
Balaam quería el dinero que Balac le ofrecía. No le interesaba tener que ir hasta Moab; no le interesaba maldecir a nadie (menos aún al pueblo de Israel); no le interesaba la guerra que se podría establecer entre los pueblos de Moab y de Israel. Él únicamentequería el dinero y los regalos que el rey le enviaba. Si para conseguirlos tenía que maldecir, mentir, insultar, robar o solo cerrar un ojo, no importaba. Lo único que importaba era lo que él quería.
¿Te parece una postura conocida? Si quiero tal cosa, hago lo que sea para conseguirla. A Balaam no le fue muy bien. Puedes estar seguro de esto: quien tiene la misma posición que Balaam frente a las cosas divinas, tampoco terminará muy bien. A Dios no le gusta.
Balaam ya sabía la respuesta que Dios le iba a dar desde antes de hacer la pregunta. Lo mismo que muchas veces nos ocurre a nosotros. Queremos hacer lo que sabemos que no corresponde que hagamos, entonces preguntamos: ¿Qué tiene de malo? ¿Por qué no puedo? Comúnmente, este tipo de pregunta surge de mentes que ya tienen una respuesta clara. Pero, como quieren…
Paralelamente, Dios tiene una paciencia enorme para con nosotros; tanta que emplea su tiempo dando respuestas claras y precisas incluso a este tipo de preguntas (como mínimo, innecesarias) que, al igual que Balaam, porfiamos en hacer.
Dios dijo a Balaam que no maldijera a un pueblo bendito. Más claro, imposible. Pero como nosotros queremos, insistimos. Cualquier razón, por mínima que sea, es suficiente para que volvamos “a la carga” con la misma pregunta, con la misma interrogación vacía. Balac manda un segundo grupo de personas, un paquete más grande de regalos y promesas de más dinero. Es una tentación mucho más grande. ¿Quién sabe si Dios no cambió su opinión? Y preguntamos de nuevo.
Nos enceguecemos detrás de alguna idea que, aunque sabemos que es incorrecta, por alguna razón nos seduce. Dios ya dio la respuesta, no vayas detrás de los mensajeros del enemigo.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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