¿Embelesarse o amar? II

El problema con el embeleso sin verdadero amor es múltiple: por un lado, el “enamorado” no está tomando en cuenta la totalidad de la persona con la cual desea unir su suerte, sino solo algunos aspectos parciales, y no los más importantes. Cuando tenga que empezar a convivir con esa persona, a compartir la vida con sus presiones y crisis, verá que ese bello adorno externo que tenía su pareja, si no estaba acompañado por un carácter igualmente bello, no servirá para enfrentar esos desafíos. Lo más probable es que la relación naufrague.

La “gracia” (la personalidad atractiva, seductora) es engañosa, porque puede esconder un carácter bajo o difícil detrás de una estética embelesadora. La “hermosura” es vana, tiende a desaparecer. Además, por más hermosa que sea tu compañera o compañero, siempre habrá alguien más bello y atractivo. Y la búsqueda sería interminable. En cambio, la persona que “teme a Jehová”, que en su esencia espiritual ama a Dios y confía en él, y está tratando de armonizar su vida con su amor y sus principios, obedeciendo su voluntad revelada y siguiendo el camino del bien, es la que te dará, en un grado razonable, garantías de felicidad.

Dejo, para tu reflexión, este magistral pensamiento de Viktor Frankl:
“Los estados corpóreos desaparecen y tampoco los estados de ánimo tienden a sostenerse; los corpóreos, creados por la excitación sexual, son siempre transitorios: el impulso sexual propende, incluso, a desaparecer una vez satisfecho; ni suelen ser duraderos aquellos estados de ánimo a que damos el nombre de enamoramiento. En cambio, el acto espiritual en que captamos ‘intencionalmente’-intentio- a una persona espiritual, se sobrevive en cierto modo a sí mismo: cuando su contenido tiene verdadera validez, la conserva de una vez para siempre… a salvo de aquella temporalidad que pesa sobre los simples estados de sexualidad corporal o de erotismo anímico”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie