Tienes que esforzarte
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Lucas 13:23, 24.
Dios nunca nos despersonaliza. Aun cuando seas cristiano, entregado a Dios, sigues siendo tú mismo; un ser con pensamientos, sentimientos, voluntad, libre albedrío.
En el idioma original en que se escribió nuestro pasaje bíblico para hoy, se utiliza un interesante juego de palabras: cuando Jesús dice “esforzaos”, la palabra griega utilizada es “agonizomai”, en su forma imperativa, que significa “lucha agonizante”, “combate”, “contender con todas las fuerzas”; mientras que la palabra traducida en relación con los que no pueden entrar por la puerta angosta, “procurarán”, es “zélema”, que tan solo implica “aspirar a”, “desear” algo. Ambas palabras tienen que ver con el uso de la voluntad, pero la segunda implica apenas una aspiración o deseo, como puede suceder con el joven que sueña con ser médico, ingeniero o un gran músico, pero que no se sienta varias horas por día a estudiar, a “quemarse las pestañas” o a practicar el instrumento de su elección. En contraste, “agonizomai” implica una lucha denodada, un esfuerzo supremo, como si de ello dependiera la vida.
Y la razón implícita para que esto sea así está dada por la imagen empleada por Jesús: hay que entrar por la “puerta angosta”. No se puede entrar de cualquier manera en el Reino de los cielos. No se puede ingresar en la vida eterna con pecados acariciados, con defectos de carácter consentidos, con costumbres y gustos ajenos a la pureza, el amor, la bondad y la justicia con que viviremos en la vida eterna.
¿Está alentando Jesús la salvación por las obras? De ninguna manera. Pero él sabe que la vida cristiana no es algo mágico, “místico”. Hay duras realidades espirituales y morales que deben ser enfrentadas, y el Espíritu Santo nos concede las fuerzas que no poseemos para lidiar contra el mal, pero no sustituye nuestros esfuerzos. El concepto bíblico es de “cooperación” entre el poder de Dios y el esfuerzo humano.
Vive tu vida cristiana seguro y confiado en el poder de Dios que obra en tu vida, sabiendo que todo depende de ese poder, pero esfuérzate, como si todo dependiera de ti.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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